La hiperpersonalización
¿Solución a medida o jaula del YO?

La hiperpersonalización: ¿Solución a medida o jaula del YO? 📐🫧
La promesa de productos y servicios diseñados “solo para mí” ya no suena futurista. Desde una rutina de cuidado facial adaptada al ADN hasta playlists que predicen nuestro estado de ánimo, la hiperpersonalización dejó de ser una estrategia de marketing y se convirtió en una nueva forma de existencia.
¿Pero a qué costo?
Empresas de todos los tamaños están siendo empujadas a un terreno donde ya no basta con segmentar audiencias u ofrecer variedad. Ahora, el desafío es ofrecer experiencias únicas, relevantes y en tiempo real. Comienza a proliferar entre las personas, el deseo de sentirse “muy único”. Para las marcas, esto representa una oportunidad sin precedentes: mayor conversión, fidelidad emocional y diferenciación frente a competidores genéricos.
Nike, con su programa Nike By You, permite diseñar zapatillas a gusto. Spotify genera listas semanales como si leyera la mente. Skin+Me y Function of Beauty formulan cosmética de precisión milimétrica según los datos personales del cliente. Y Allbirds ofrece calzado sustentable personalizado, combinando conciencia ambiental y experiencia individual.
Pero lo que parece una utopía de consumo puede también ocultar riesgos profundos. La hiperpersonalización radicaliza la experiencia del usuario, pero también puede distorsionar su percepción del mundo. Los algoritmos que filtran contenido para “gustarnos” terminan encerrándonos entre los pensamientos que ya conocemos. La publicidad hiperdirigida amenaza con diluir el libre albedrío, y la recopilación masiva de datos personales, plantea serios dilemas éticos sobre la privacidad, y la vigilancia digital.
Y es que, al hiperpersonalizar, las plataformas también hipersegmentan: nos aíslan en burbujas donde solo vemos lo que nos gusta o confirma nuestras ideas. Según un estudio del MIT Media Lab, los algoritmos de personalización pueden reforzar la polarización social hasta en un 35 % si no se controlan.
¿Dónde quedan el azar, la sorpresa, y la contradicción?
Si cada libro, serie, comida o prenda ya fue seleccionada para encajar con mis gustos actuales, ¿dónde queda el espacio para cambiar, explorar o descubrir? Sin tener en cuenta lo agotadora que puede resultar la responsabilidad de elegir en cada detalle. La magnitud de posibilidades resulta para algunos una experiencia excitante, mientras que para otros se traduce en mayores problemáticas a resolver.
🤔
¿Qué postura tomarán los líderes de las marcas frente al desafío de hiperpersonalizar sus propuestas?
¿Sacrificarán el valor de la experimentación, para ir directo al grano?
¿Cómo evolucionaremos, con tan poca variable librada al azar?
¿Qué sienten los usuarios?